Así, mientras el sexo sea tratado con la actual confusión, ignorancia y sofisticación, negación e indulgencia, supresión y estimulación, castigo y explotación, misterio y propuesta, será asociado con la duplicidad e indecencia en vez de honestidad intelectual o dignidad humana.

Bajo una apariencia científica, con demasiada frecuencia se da educación sexual que es una curiosa mezcla, aunque sea con buenas intenciones, de superstición, evaluación religiosa y una mera perpetuación de la costumbre social.

La más abundante etiología de los problemas sexuales, más que de origen médico o psicopatológico, procede de las carencias educativas y de la ignorancia de la función sexual. (Human sexual response, 1966)

El proceso omnipresente del sexo, ya que se teje en la textura del conjunto de nuestro cuerpo de la mujer o del hombre, es el patrón de todo el proceso de nuestra vida.

Lo que llamamos «moral» no es más que la obediencia ciega a las palabras de mando.

Todo hombre genial es en cierta medida hombre, mujer y niño al mismo tiempo.

La ausencia de defecto en la belleza es en sí mismo un defecto.

El sexo está en la raíz de la vida, y nunca puede aprender reverencia a la vida hasta que sepamos la manera de entender el sexo.

Los celos, ese dragón que mata el amor bajo el pretexto de mantenerlo vivo.

Es una ley inexorable en la vida de los sexos, la acción anafrodisíaca de la costumbre.

No sabrás todo lo que valgo hasta que no pueda ser junto a ti todo lo que soy.

Es erróneo formularse la pregunta «¿a qué se debe que la mayoría de las mujeres no experimentan el orgasmo durante el coito?» Debiéramos en cambio preguntarnos «¿por qué hemos insistido en que la mujer debe experimentar el orgasmo en coito?»

No es digno de luchar por la libertad quien no ha logrado liberarse a sí mismo.

El amor es el conflicto entre el reflejo y las reflexiones.

O el ser humano es un ser sexual o no es absolutamente nada.

Se ha confundido tanto el sexo con la reproducción y el placer que se ha terminado por olvidar su misma entidad epistemológica. Y es que la reproducción, el placer y el sexo son tres conceptos y no dos.

La condición sexuada de los humanos no es genérica sino individual, es decir, individualizada. La huida de la episteme sexual y su búsqueda de refugio en la del género ha sido la forma de perder las referencias individuales para entrar en las colectivas en las que no puede explicarse ninguna identidad individual sino sólo las genéricas. 

Estamos por la igualdad social  entre los sexos a todos los niveles. Pero nuestra tarea, como sexólogos,  no es la igualdad sino la diferenciación de los sexos porque de ella nace la atracción,  el deseo y la lógica de la relación.